Las manifestaciones que acompañan a la menopausia pueden aparecer de manera brusca o de forma progresiva e intermitente. Cada mujer es diferente y se ve afectada de distinta manera. Por lo general, las primeras que aparecen son vasomotores y son los conocidos sofocos y sudoraciones.
Los sofocos aumentan a medida que disminuyen los estrógenos en la mujer y pueden comenzar antes de que hayan cesado las menstruaciones. Pueden ser más intensos cuando se produce la menopausia (los ovarios dejan de funcionar y la mujer está doce meses seguidos sin regla). Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con otras señales de esta etapa, que suelen aumentar, los sofocos se reducen con el tiempo. Generalmente, suelen mantenerse una media de cinco años, disminuyen progresivamente y después desaparecen.